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Hay quienes están difundiendo y estableciendo una peligrosa homologación entre hacer fila para comprar en un supermercado y hacer fila para ir a votar. Dicen que si nos alineamos para abastecernos en un supermercado, por qué no habrÃamos de hacerlo también para la votación. Esa es una comparación engañosa, arriesgada y hasta temeraria, pues no es lo mismo ni es igual. Las compras en el súper tienen un carácter local y hasta vecinal, pues compramos en el lugar más próximo a nuestra residencia. Nadie está dispuesto a recorrer grandes distancias para comprar, pues no resulta práctico ni conveniente. Mientras que para sufragar, en una gran cantidad de casos, tenemos que hasta trasladarnos a otra demarcación, a otra ciudad, a otro sector, y hasta viajar desde otro paÃs, en el caso de los cientos de miles de ciudadanos de la diáspora, dado que ya existen disposiciones que prohÃben votar presencialmente en los paÃses donde residen. Además de lo contraproducente que serÃa que nuestros puertos y aeropuertos se conviertan en multiplicadores de infecciones provenientes de los lugares de más altos Ãndices de contagios. En tiempo de pandemia, esto significarÃa abrirle, de par en par, las puertas a una especie de suicidio colectivo. En fin, la propuesta de aglutinar gente adentro y afuera de los centros de votación, es improcedente. A nadie se le puede obligar a votar por la muerte.
Cortesía: aasmar@elmunicipe.com 22 de julio de 2020
Cortesía Web: https://elmunicipe.com/el-teatro-politico-de-republica-dominicana/